Fabricando medicamentos en pleno desierto del Sáhara
La vida no es nada fácil para las más de 170.000 personas que viven en los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia). Las condiciones climáticas son duras: apenas llueve y las temperaturas son extremas, llegándose a registrar hasta 57 grados a la sombra.
Estas personas fueron abandonadas a su suerte cuando se descolonizó el Sáhara. El proceso desató un complejo conflicto que provocó un exilio masivo a los campamentos de Tinduf. De esto hace 50 años, pero la situación permanece igual.
Los jóvenes no han conocido otra vida: sus casas son construcciones precarias en las que el agua o el saneamiento son muy escasos, los servicios sanitarios son mínimos y no hay tratamiento de residuos: la chatarra, los plásticos y otros desechos se acumulan, degradando gravemente el espacio vital.
Históricamente, el acceso a los medicamentos ha sido muy difícil porque ha dependido de los complicados envíos de los organismos internacionales. Pero hace años que la situación ha ido cambiando: los saharauis, en estas duras condiciones del desierto, han sido capaces de construir un laboratorio que produce varias decenas de diferentes tipos de medicamentos: antinflamatorios, analgésicos, antibióticos, pomadas, antisépticos, etc.
El proyecto, que se inició en los años 90, es fruto de la colaboración entre las autoridades sanitarias locales de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática), Medicus Mundi Mediterrània, y el apoyo de diversas instituciones; entre las que figuran el Hospital Clínic de Barcelona, el Fons Català de Cooperació, la Agència Catalana de Cooperació, así como otras ayudas de donantes privados.
Periódicamente, una delegación médico-farmacéutica viaja desde Barcelona hasta el laboratorio del Sáhara para aportar ayuda técnica, formar a los equipos locales y atender los casos médicos más urgentes.
A finales de febrero viajó una nueva expedición. En una semana, han preparado 330 formulaciones magistrales farmacéuticas y han atendido a 740 pacientes con afecciones dermatológicas, producidas por la dureza del clima y por la precariedad sanitaria: sarna, tiña, dermatitis, psoriasis, rosácea.
Este proyecto está contribuyendo a una mejora notable en la salud de los campamentos, pero no cubre ni de lejos todas las necesidades de la población. Tampoco es autosuficiente: depende de los envíos externos de materia prima, de las ayudas de las ONG e instituciones oficiales, de los voluntarios que viajan y forman a los técnicos saharauis, de las empresas colaboradoras. Y de la contribución de personas anónimas como tú.